I-
El actor y el espacio
(Extractado
de "El libro de ejercicios para uso de actores" P. Pezin)
El mundo
animal instintivamente en un espacio vital limitado, se mueve organizadamente
respondiendo a sus necesidades de supervivencia y sus gastos energéticos. El
ser humano tuvo ese mismo instinto, pero ese sentido de la organización del
espacio se ha visto cada vez más inhibido. Sin embargo, percibir el espacio
escénico y actuar en él es una de las cualidades esenciales del actor.
Algunos llaman
“presencia escénica” a esta capacidad. Ese don – sueño de todo actor- puede ser
adquirido trabajando adecuadamente. El actor debe asimilar el espacio escénico
que lo rodea a través del cuerpo y a través del espíritu. El cuerpo debe
escuchar al espacio, porque éste tiene el privilegio de determinar en parte a
la representación según la manera en que se lo ocupe y se lo maneje.
El actor debe ser sensible al espacio escénico
y para adaptarse a él es necesario que el cuerpo sea capaz de “medirlo”,
estableciendo un ritmo concreto que adapte al actor al espacio de una manera
casi inconsciente. Con ejercicios adecuados se puede llegar a estimular la
visión lateral, incluso podemos llegar a percibirlos movimientos de quienes
están a nuestras espaldas, adivinando sus intenciones mientras interactuamos
con ellos.
Ya sea en la
expansión o en la contracción el cuerpo debe permanecer activo incluso en la
inmovilidad: se trata de integrarse a un
espacio vital, que debe ser siempre dinámico, incluso cuando su movimiento haya
llegado a su límite máximo.
El espacio es
un actor aparte, no es neutro y reacciona frente a la acción. Si el espacio
varía las relaciones entre los actores varían. Este puede sentirse con
cualquier parte del cuerpo. El espacio, el tiempo, el objetivo, la relación se
trabajan simultáneamente.
El actor debe
saber dirigir su cuerpo con destreza y orientarse rápidamente en las
condiciones y circunstancias más complicadas. Cuanto más rápido es el ritmo,
los movimientos deben ser ejecutados con más precisión (no precipitación). A través de este ejercicio se pueden observar
dos maneras de vivir el espacio: el que ocupamos que es positivo y el que queda
vacío alrededor de nosotros que es negativo. El movimiento ene el escenario
puede convertirse en un juego dinámico de espacios negativos que se convierten
en positivos y viceversa.
A) El espacio vital del actor: su “burbuja”
Uno de los
personajes de El extranjero de Albert Camus dice: “Hay entre él y yo espacios que no
sería capaz de atravesar”. Cada actor posee ese espacio vital, esa burbuja
frágil que explota en el momento que el espacio que se crea en la relación con
el objeto o con un compañero no es la ajustada.
B)
El espacio
del tablado
El tablado es un espacio que se diferencia de su
entorno y que permite agrandar como con lupa lo que pasa. Nada de lo que puede
pasar en la vida es ajeno al teatro, porque el teatro es un lenguaje que puede
hablar de todo. Sobre el tablado todo puede pasar, pero su espacio específico
obliga al actor a tener conciencia que el lenguaje que está empleando es el del
teatro. El espacio compartido por dos sobre el tablado se apoya en convenciones
de la actuación, que en ningún caso pueden ser realistas. Hay que saber
utilizar el cuerpo del compañero como soporte de la actuación.
C) El sentido coral
Toda expresión
humana se sitúa en un contexto ambiental. Así también las posibilidades
expresivas del actor se miden por su capacidad de entrar en contacto con el
espacio que lo rodea y por sus posibilidades de comunicación con las personas
que lo rodean, por esta causa trabajar en el espacio lleva al trabajo grupal.
Tener
conciencia de su ritmo, de la amplitud de su impulso y adaptarse a esto, forma
parte del descubrimiento del sentido coral. El grupo exige un compromiso
profundo, receptividad, apertura y sumisión a lo que pueda pasar y no está
fijado de antemano. El teatro es un espacio donde uno existe para sí mismo pero
también para el conjunto. Ser uno mismo, pero a la vez encontrar su espacio y
su tiempo personal, estar pronto para pasar a otra cosa; el cuerpo como
organismo y como lugar de comportamiento recibe y devuelve.
Por eso hay
que trabajar para eliminar todo obstáculo interior que dificulto el dar o el
recibir. Existe un tercer factor que es la dinámica colectiva; cuanto
mayor sea la sensibilidad del actor más necesitará de sus compañeros que lo
sostengan y lo inspiren. El deseo de comunicación de cada uno lleva al grupo
a la cohesión : el sentido coral.
II-
El actor y su relación con el compañero
No
eres tú quien debe hacer de rey, es tu compañero quien debe hacerte rey. Thierry Debroux, actor
El nivel
más esencial en el juego de la actuación es el intercambio vivo entre dos actores y esta relación constituye un proceso
orgánico que compromete al actor íntegramente. Relación mutua que debe
establecer una comunicación dinámica permanente. No hay que olvidar que es
gracias a acciones recíprocas entre compañeros que madura el conflicto
dramático.
Transmitir,
es comunicar un texto, un sentimiento, un comportamiento con preparación y
concentración. Por ejemplo: ¿qué pasaría si me lanzaran una pelota y yo no
estoy ahí para recibirla? Arriesgo lastimarme, la pelota puede perderse o
romper objetos... ¿Qué será entonces del texto y de la acción?
Es
importante desarrollar la atención sobre los micro- movimientos del compañero,
y los micro- gestos creando así un lazo de confianza mutua que permite concretar
los objetivos propuestos en la escena.
Hola, esta muy interesante lo que propone el autor. Podrías facilitarme ese libro de Patrick Penzi, por favor. Es que quisiera indagar más sobre el ya que me ayudaría muchísimo en mi tesis. Apreciaría tu ayuda. Gracias.
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